Año 2011.
Un hombre de Madrid, un tanto desorientado en su vida, termina trabajando como meritorio de producción en un rodaje de cine.
Allí conoce a Sixto, hermano del productor deseoso de meter baza en la película ante el disgusto del director y guionista Nacho Tiedra.
Crítica
Santiago Lorenzo en una visión cáustica de la vida urbana, sea en una gran ciudad como Madrid u otra más pequeña como Ávila.
En primera persona, Lorenzo nos cuenta las peripecias de un buscavidas anónimo, un observador de simples propósitos cuyas ilusiones y miserias le adentran en el mundo del cine trabajando como meritorio de producción de una película a la que llama “Corolenda”.
El estilo es el usual del autor, con sarcasmo e ironía en torno a los escenarios y caracteres que describe, sea el laboral o el familiar.
Aquí tiene como objetivo principal a dos personajes, un arribista sin talento de nombre Sixto, deseoso de preeminencia social gracias al dinero y el trabajo de los demás; y su tío abuelo Paconio, cascarrabias gustoso del reproche que guarda algún que otro secreto familiar.
Lorenzo, en prosa coloquial, directa y ágil, alterna el estereotipo de trazo simple y la peculiaridad dentro de situaciones episódicas, algunas esbozadas, conectadas de manera artificial, para crear mofas y pullas con observaciones sociales y políticas desde ideas preconcebidas de simpático perdedor.