Dirección: Paul Greengrass.
Intérpretes: Tom Hanks, Helena Zengel, Elizabeth Marvel, Michael Angelo Covino.
Con guión de Paul Greengrass (“Jason Bourne”) y Luke Davies (“Secuestrada”).
Sinopsis
Año 1870.
El capitán Jefferson Kidd (Tom Hanks), un exmilitar confederado, recorre los condados leyendo noticias a la gente mientras su mujer se encuentra en la ciudad de San Antonio.
Un día, tras leer en Wichita, Kidd se encuentra con una niña (Helena Zengel) que parece haber perdido a sus padres. Kidd le habla, pero ella responde en el idioma de los kiowas… Poco después, emprende un viaje para entregarla a sus tíos en Castroville.
Crítica
Paul Greengrass de nuevo dirigiendo a Tom Hanks.
Si en la anterior colaboración, Hanks era el Capitán Phillips, en esta es el Capitán Kidd (nada que ver con el pirata interpretado por Charles Laughton).
Adaptando una novela de Paulette Jiles, Greengrass nos lleva al Oeste de posguerra con un tratamiento clásico de la imagen, tono de cierta melancolía… lluvia, noche, miradas lastimeras… y pretensiones de épica,
El film se maneja con claves manidas en un recorrido “de carretera” poco original en sus conflictos de western con niña criada por indios.
Se liga en un vínculo especial a adulto y niño en un proceso de aprendizaje, de conocimiento mutuo, de protección… aparecen bandidos con tiroteo, un racista liderando a sicarios y una tormenta de arena. Penurias de resultados previsibles.
El objetivo de sus autores es crear una relación emocional fuerte, pero, aunque Hanks no está mal, la niña no supera lo funcional, en una acumulación de caracteres, protagonistas y secundarios, sin demasiado interés, con conflictos sin inventiva.
Hay un mensaje de reconciliación sobre fundamentos de entendimiento y también una ponderación de la lectura para el conocimiento.
Aunque esto último, paradójicamente, puede tener significados positivos y negativos en la historia de esta película, ya que, para bien, la información es importante, y la lectura esencial para la formación y educación; pero esa información y educación, desde una posición de poder, de comunicación sesgada de la actualidad y del pasado, puede caer, para mal, en la mera propaganda y en la manipulación para condicionar el ánimo del pueblo, pervirtiendo el valor supremo de la libertad.
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