• Por AlohaCriticón

ordet la palabraDirección: Carl Theodor Dreyer.
Intérpretes: Henrik Malberg, Emil Hass Christensen, Cay Kristiansen, Preben Leerdorff-Rye.


La familia Borgeengard vive en Jutlandia Occidental hacia 1930. Morten Borgen (Henrik Malberg) tiene tres hijos, Mikkel (Emil Hass Christensen), Johannes (Preben Leerdorff-Rye) y Anders (Cay Kristiansen). Mikkel está casado con Inger (Birgitte Federspiel) con la cual comparte dos hijas, esperan un tercer hijo barón. Johannes es un antiguo estudiante de teología que cree que es Cristo en la tierra, considerado por todos como un loco. Anders es un joven enamorado de la hija del sastre del pueblo que no mantiene muy buenas relaciones con su padre a causa de sus distintas creencias religiosas. Surge la disputa entre las dos familias hasta el punto de que el sastre confiesa desear la muerte de Inger. Los deseos de el sastre se cumplen, primero muere el niño que Mikkel e Inger esperaban y luego ella. En este momento, el sastre reconsidera su postura y las dos familias se unen. Ante el dolor de los Borgeengard, Johannes los recrimina por su falta de fe y profetiza el milagro.




Atención: Contiene Spoiler

Este filme de Dreyer refleja las distintas posturas desde las que se puede acceder a la fe y los distintos modos que tiene de mostrarse. A través de la comprensión y bondad de Inger, Dreyer sugiere que lo más importante no es tener fe sino tener corazón y que a partir de ello podremos llegar a la fe. Esto se expresa a lo largo de todo el filme, recordemos la brillante escena en la que los dos padres de familia pelean en casa del sastre hasta el punto de que éste confiesa desear la muerte de Inger. Esto contrasta con la visión de Mikkel en la que la fe no tiene gran importancia e incluso en la muerte de Inger pregunta a su padre donde está su fe entonces. Por otra parte, tenemos a Johannes que quizás exprese las creencias más arraigadas y las niñas que no comprenden muy bien lo que está ocurriendo pero tienen fe en su tío, que saben, representa a Cristo en la tierra. Dreyer va desmenuzando este complicado entramado de creencias y relaciones sociales hasta que la luz aparece ante nosotros y ya no podemos dudar, los milagros, aquí, existen.

La blancura de Dreyer se refleja claramente en Ordet, cuando la enferma está agonizando la imagen se nos presenta con una claridad asombrosa, sin embargo; Dreyer juega con las luces de forma que cuando llegan al monte en el que Johannes profetiza la escena se presenta oscura al igual que cuando los dos hermanos y su padre salen en busca del loco. Cuando Johannes se pronuncia es como si todo se volviese gris, confuso, Dreyer consigue transmitirnos esa sensación de prudencia o miedo que sienten todos aquellos que se acercan a Johannes.

La actitud de la hija menor de la pareja es distinta, es el pilar sobre el que se apoya ” Cristo”, es en realidad su fe, según Johannes, lo que salva a

su madre. Esta importancia que Dreyer otorga a la niña supone una debilidad en la película, Dreyer no presenta a las dos hijas de los Borgen durante todo el filme, no tienen importancia como personajes; sin embargo, al final del film se comprueba que la hija menor es la verdadera protagonista de la acción, parece como si Dreyer las introdujera para justificar el milagro de Cristo.

Desde otro punto de vista, es posible que Dreyer marginara la actuación de las jóvenes precisamente para crear ese paralelismo en el que los niños, a los que no se les hace mucho caso, son los que poseen la verdadera fe al igual que Johannes, que no es tenido en cuenta. De nuevo aquí, Inger sería el nexo entre “la familia”, por un lado, y las dos niñas y Johannes por otro. Inger comprende al loco y siente compasión por él en todo momento. Otro personaje no explotado es Anne, la amada de Anders no está definida, Dreyer no nos permite conocerla, puede querer reflejar la sociedad de la época, aun así, ni en el momento final en el que tiene lugar la reconciliación de los dos patriarcas Anne se nos muestra, no comprendemos cómo Anders pudo enamorarse de una persona sin personalidad.

Es destacable la técnica que Dreyer utiliza en Ordet, filma la acción como si estuvieran en un teatro de forma que el espectador puede ver toda la escena, además de estos planos generales, el director nos permite seguir las acciones de los personajes cuando está ocurriendo algo decisivo, sobre esto, los barridos que utiliza cuando la familia busca desesperadamente a Johannes muestran el paso del tiempo, aquí, podemos ver de nuevo esa oscuridad del paisaje, ese cielo lleno de nubes que representa la confusión, el drama que se vive en “La palabra”. Por otro lado, llama la atención el hecho de que en la versión doblada al castellano de “Ordet” el carácter de los protagonistas varíe, Johannes no se nos presenta tan amenazador, Inger ya no es tan débil como lo era y en Morten se ve menos la huella del paso de los años.

Inger aparece retratada durante todo el filme como una esposa y nuera perfecta, dulce, cariñosa, preocupada y responsable en sus tareas; pese a este retrato de la mujer de una sociedad anclada en el pasado, Dreyer nos invita a contemplar la otra cara, ella es el verdadero bastión sobre el que se sustenta toda la familia, representa la estabilidad tanto de sus creencias como de su unidad, es la luz que guía a los desconcertados Borgeen. Recordemos las disputas entre Mikkel y Morten a raíz de sus prácticas religiosas en las que Inger actúa como intermediaria. Estas discusiones suscitan a la vez enfrentamientos por su distinta visión respecto a la naturaleza de la locura de Johannes. El sentimiento de ternura que nos produce Morten está perfectamente logrado, lo vemos corriendo en busca de su hijo, renqueante y esforzándose por combatir con el viento que azota todo su cuerpo, es magnífica la forma en la que Dreyer nos introduce en el drama de la familia Borgen.




Es impresionante como Dreyer introduce ese silencio en el espacio en el que no se sabe si la muerta va o no a resucitar y cómo logra que los espectadores estén impacientes ante la incertidumbre del desenlace final. Deseamos que la muerta vuelva a la vida como profetizó el loco de Johannes. Durante toda la película no creemos en la fe ni en los milagros y hasta la temática nos puede resultar un tanto lejana, pero en el final, cuando el director ha conseguido que la dulce Inger nos atrape el corazón, si no creemos, deseamos que ocurra el milagro de Cristo. Deseamos que los Borgeengaard muestren la suficiente fe como para que Cristo a través de Johannes tenga piedad. La frase con la que Johannes recrimina a Mikkel, Anders y el viejo Morten es abrumadora “Inger debes pudrirte porque nuestro tiempo está podrido”, es aterradora la crudeza que utiliza en sus palabras, la seguridad y firmeza con la que se expresa como si sus sentencias fueran las únicas reales y ciertas, como si estuviera conducido por una fuerza superior irrevocablemente poderosa.

En la última secuencia de la película, Inger está dentro del ataúd, está muerta pero sigue siendo igual de bella, como si se tratara de una virgen; Dreyer la enfoca en primer plano, parece como si estuviera durmiendo y se fuera a despertar de un momento a otro, esta imagen divina de Inger contrasta con la escena final en la que el matrimonio Borgen aparece en un primer plano besándose con pasión. Nos sorprende ver esta otra cara del amor; el amor divino y hasta virginal( a pesar de que Inger está embarazada) que representa el matrimonio durante todo el filme se somete aquí a la atracción física de los dos esposos, por ello, nos impresiona esta pasión que se manifiesta en el beso final. Dreyer, después de ascendernos al cielo, nos devuelve súbitamente a la tierra.

Calabaza

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