ORDET, LA PALABRA (1955)
Dirección: Carl Theodor Dreyer.
Intérpretes: Henrik Malberg, Emil Hass Christensen, Cay Kristiansen, Preben Leerdorff-Rye.
La familia Borgeengard vive en Jutlandia Occidental hacia 1930. Morten
Borgen (Henrik Malberg) tiene tres hijos, Mikkel (Emil Hass Christensen), Johannes (Preben Leerdorff-Rye) y Anders (Cay Kristiansen). Mikkel está casado con
Inger (Birgitte Federspiel) con la cual comparte dos hijas, esperan un tercer hijo barón. Johannes
es un antiguo estudiante de teología que cree que es Cristo en la tierra,
considerado por todos como un loco. Anders es un joven enamorado de la hija
del sastre del pueblo que no mantiene muy buenas relaciones con su padre a
causa de sus distintas creencias religiosas. Surge la disputa entre las dos
familias hasta el punto de que el sastre confiesa desear la muerte de Inger.
Los deseos de el sastre se cumplen, primero muere el niño que Mikkel e Inger
esperaban y luego ella. En este momento, el sastre reconsidera su postura y
las dos familias se unen. Ante el dolor de los Borgeengard, Johannes los
recrimina por su falta de fe y profetiza el milagro.
Atención: Contiene Spoiler
Este filme de Dreyer refleja las distintas posturas desde las que se puede
acceder a la fe y los distintos modos que tiene de mostrarse. A través de la
comprensión y bondad de Inger, Dreyer sugiere que lo más importante no es
tener fe sino tener corazón y que a partir de ello podremos llegar a la fe.
Esto se expresa a lo largo de todo el filme, recordemos la brillante escena
en la que los dos padres de familia pelean en casa del sastre hasta el punto
de que éste confiesa desear la muerte de Inger. Esto contrasta con la visión
de Mikkel en la que la fe no tiene gran importancia e incluso en la muerte
de Inger pregunta a su padre donde está su fe entonces. Por otra parte,
tenemos a Johannes que quizás exprese las creencias más arraigadas y las
niñas que no comprenden muy bien lo que está ocurriendo pero tienen fe en su
tío, que saben, representa a Cristo en la tierra. Dreyer va desmenuzando
este complicado entramado de creencias y relaciones sociales hasta que la
luz aparece ante nosotros y ya no podemos dudar, los milagros, aquí,
existen.
La blancura de Dreyer se refleja claramente en Ordet, cuando la enferma está
agonizando la imagen se nos presenta con una claridad asombrosa, sin
embargo; Dreyer juega con las luces de forma que cuando llegan al monte en
el que Johannes profetiza la escena se presenta oscura al igual que cuando
los dos hermanos y su padre salen en busca del loco. Cuando Johannes se
pronuncia es como si todo se volviese gris, confuso, Dreyer consigue
transmitirnos esa sensación de prudencia o miedo que sienten todos aquellos
que se acercan a Johannes.
La actitud de la hija menor de la pareja es distinta, es el pilar sobre el
que se apoya ” Cristo”, es en realidad su fe, según Johannes, lo que salva a
su madre. Esta importancia que Dreyer otorga a la niña supone una debilidad
en la película, Dreyer no presenta a las dos hijas de los Borgen durante
todo el filme, no tienen importancia como personajes; sin embargo, al final
del film se comprueba que la hija menor es la verdadera protagonista de la
acción, parece como si Dreyer las introdujera para justificar el milagro de
Cristo.
Desde otro punto de vista, es posible que Dreyer marginara la
actuación de las jóvenes precisamente para crear ese paralelismo en el que
los niños, a los que no se les hace mucho caso, son los que poseen la
verdadera fe al igual que Johannes, que no es tenido en cuenta. De nuevo
aquí, Inger sería el nexo entre “la familia”, por un lado, y las dos niñas y
Johannes por otro. Inger comprende al loco y siente compasión por él en todo
momento. Otro personaje no explotado es Anne, la amada de Anders no está
definida, Dreyer no nos permite conocerla, puede querer reflejar la sociedad
de la época, aun así, ni en el momento final en el que tiene lugar la
reconciliación de los dos patriarcas Anne se nos muestra, no comprendemos
cómo Anders pudo enamorarse de una persona sin personalidad.
Es destacable la técnica que Dreyer utiliza en Ordet, filma la acción como
si estuvieran en un teatro de forma que el espectador puede ver toda la
escena, además de estos planos generales, el director nos permite seguir las
acciones de los personajes cuando está ocurriendo algo decisivo, sobre esto,
los barridos que utiliza cuando la familia busca desesperadamente a Johannes
muestran el paso del tiempo, aquí, podemos ver de nuevo esa oscuridad del
paisaje, ese cielo lleno de nubes que representa la confusión, el drama que
se vive en “La palabra”. Por otro lado, llama la atención el hecho de que en
la versión doblada al castellano de “Ordet” el carácter de los protagonistas
varíe, Johannes no se nos presenta tan amenazador, Inger ya no es tan débil
como lo era y en Morten se ve menos la huella del paso de los años.
Inger aparece retratada durante todo el filme como una esposa y nuera
perfecta, dulce, cariñosa, preocupada y responsable en sus tareas; pese a
este retrato de la mujer de una sociedad anclada en el pasado, Dreyer nos
invita a contemplar la otra cara, ella es el verdadero bastión sobre el que
se sustenta toda la familia, representa la estabilidad tanto de sus
creencias como de su unidad, es la luz que guía a los desconcertados
Borgeen. Recordemos las disputas entre Mikkel y Morten a raíz de sus
prácticas religiosas en las que Inger actúa como intermediaria. Estas
discusiones suscitan a la vez enfrentamientos por su distinta visión
respecto a la naturaleza de la locura de Johannes. El sentimiento de ternura
que nos produce Morten está perfectamente logrado, lo vemos corriendo en
busca de su hijo, renqueante y esforzándose por combatir con el viento que
azota todo su cuerpo, es magnífica la forma en la que Dreyer nos introduce
en el drama de la familia Borgen.
Es impresionante como Dreyer introduce ese silencio en el espacio en el que
no se sabe si la muerta va o no a resucitar y cómo logra que los
espectadores estén impacientes ante la incertidumbre del desenlace final.
Deseamos que la muerta vuelva a la vida como profetizó el loco de Johannes.
Durante toda la película no creemos en la fe ni en los milagros y hasta la
temática nos puede resultar un tanto lejana, pero en el final, cuando el
director ha conseguido que la dulce Inger nos atrape el corazón, si no
creemos, deseamos que ocurra el milagro de Cristo. Deseamos que los
Borgeengaard muestren la suficiente fe como para que Cristo a través de
Johannes tenga piedad. La frase con la que Johannes recrimina a Mikkel,
Anders y el viejo Morten es abrumadora “Inger debes pudrirte porque nuestro
tiempo está podrido”, es aterradora la crudeza que utiliza en sus palabras,
la seguridad y firmeza con la que se expresa como si sus sentencias fueran
las únicas reales y ciertas, como si estuviera conducido por una fuerza
superior irrevocablemente poderosa.
En la última secuencia de la película, Inger está dentro del ataúd, está
muerta pero sigue siendo igual de bella, como si se tratara de una virgen;
Dreyer la enfoca en primer plano, parece como si estuviera durmiendo y se
fuera a despertar de un momento a otro, esta imagen divina de Inger
contrasta con la escena final en la que el matrimonio Borgen aparece en un
primer plano besándose con pasión. Nos sorprende ver esta otra cara del
amor; el amor divino y hasta virginal( a pesar de que Inger está embarazada)
que representa el matrimonio durante todo el filme se somete aquí a la
atracción física de los dos esposos, por ello, nos impresiona esta pasión
que se manifiesta en el beso final. Dreyer, después de ascendernos al cielo,
nos devuelve súbitamente a la tierra.
Calabaza