Dirección: Julia Ducournau.
Intérpretes: Agathe Rouselle, Vincent Lindon, Garance Marillier, Laïs Salameh.

Con guión de Julia Ducournau (“Crudo”).

Sinopsis

Alexia (Agathe Rouselle) sufrió un accidente de coche cuando era una niña que le provocó una lesión en el cráneo y la colocación de una placa de titanio.
Alexia trabaja como bailarina en un salón de automóvil y se muestra violenta, convirtiéndose en una asesina en serie. También tiene sexo con un automóvil, del que queda embarazada.
Alexia abandona la casa de sus padres e intenta ocultar su identidad al ser identificada como autora de los crímenes. Ahora se hace pasar por Adrien, un muchacho desaparecido cuyo padre, el bombero Vincent Legrand (Vincent Lindon), le acepta eludiendo realizar una prueba de ADN.

Crítica




“Titane”, película de Julia Ducournau (autora de “Crudo”), es un drama sobre identidad, una película de terror corporal, en especial en la primera parte, con momentos que resultan a ser desagradables.

Visualmente es impactante, extraña, dura, dramática, sin concesiones al humor.

Está bien interpretada por Agathe Rouselle pero, sobre todo, por Vincent Lindon, que aporta matices en la segunda parte de la película tras un primer tramo de asesina en serie.

Realmente sabemos poco de los caracteres, siendo más complejo el de Lindon (es más fácil empatizar con él).
El de Alexia/Agathe marca distancia y esto reduce la (en apariencia fuerte) emocionalidad de su personaje y su historia.

Una breve elipsis nos introduce en la protagonista, bien presentada. Después, cuando se esperan conocer las motivaciones de tanta violencia, el film comienza un viaje a ninguna parte, perdiéndose en la provocación psicopática.

Es difícil entender algunos cambios de comportamiento en un desenfoque de trama.




La violencia y la provocación toman total protagonista, relegando coherencias y motivaciones a un segundo plano.

El tema principal parece ser la búsqueda de identidad.
La búsqueda de un lugar en el mundo con el que identificarse, en donde reconocerse.

Alexis/Adrien muestran una doble dicotomía de identidad: la sexual y la producida entre humano y máquina (cosificación, surrealismo, sexualidad fetichista al extremo, enajenación, transhumanismo… todo un delirio).

Escasos diálogos de la protagonista, que apenas habla.

Ducournau utiliza imágenes descarnadas, grotescas, como conductoras de una trama que avanza sin saber “el lugar”, generando sensaciones de turbación, repulsión, buscando el efectismo sobre la solidez de la historia.