• Por Antonio Méndez

king-gizzard-nonagon-infinity-albumCrítica

Si en el disco previo, “Paper Mâché Dream Balloon”, los australianos King Gizzard and The Lizard Wizard tendieron hacia formas suaves, soft pop, sunshine pop, barroco lisérgicas… todo ello derivado de su querencia por la música 60’s, en “Nonagon Infinity” vigorizaron el sonido, también con huellas claras sesenteras, para ofrecer su versión más ruidosa rock psicogarajera con un pretencioso concepto de “loop infinito” en nueve temas enlazados que podría haber grabado John Dwyer con sus Thee Oh Sees.

No falta el sentido del humor, el frikerío, el infantilismo, la locura. Disfrutable con varias escuchas esta especie de jam rock ácida.
El ritmo es frenético en casi todo el álbum. “Robot Stop”… el eneágono infinito abre la puerta… yo espero la respuesta, a ver si llega… mi ataúd es todo lo que veo… no paro de currar, mucho, mucho… Stu McKenzie canta y cruza de forma intensa sus guitarras con Cook Craig y Joey Walker con Michael Cavanagh machacando la batería… abrasión, bulla, urgencia… Tanta influencia del acid rock garajero como del krautrock.




Las avispas atacan, se tienen que preservar… lucha de especies… “Big Fig Wasp” recicla en su ligazón el tema rock previo con el mismo frenesí rítmico… serie b de ciencia-ficción… dinamismo en una paranoia psicodelia bubblegum punk… riffs pegadizos en buena sinergia con los sintetizadores ¿sabe tu Dios que las avispas crecen en mi pepita?

“Gamma Knife” es un blues rock psicodélico en el que suena una armónica. Vibrante corte… miel y leche para mi cuerpo… con la habitual telaraña del grupo en un encuentro entre la acidez de los 13Th Floor Elevators, la psicoexperimentación de Frank Zappa, el R&B de mediados de los 60 y el noise rock. La intensidad no se pierde. Agitación.

king-gizzard-foto-criticas-discosBuitres, buitres, más buitres… Llega el juicio final. Dios se acerca. Mucho cuidado… Tono misterioso, amenazador en “People-Vultures”. Las voces en armonías simulan cánticos religiosos. El sonido es potente, repetitivo… ¿qué es lo que tengo que arrojar? Los perros salvajes se han escapado de la jaula… las úlceras están en mi piel… Enajenación en formato rock psicodélico con trazos de los primeros Black Sabbath.

“Mr. Beat”… los días felices son tan absurdos… los sueños acaban siendo tristes… Uso de falsete este cruce entre Hawkwind, el funk y la West Coast Pop Art Experimental Band. Comienza bien, es muy pegadiza y se escucha un Hammond, pero se hace demasiado repetitiva.




Tú empezaste todo, cortas las extremidades al personal, flotas, tus escamas son verdes… “Evil Death Roll”. De nuevo influencia de la serie B, aquí con imaginería de “monster movie”, reptil amenazador, muy pero que muy peligroso… pero no te tengo ningún miedo, te espero en un duelo. Es un rock psicogarajero de tempo rápido (como casi todo el LP) en donde retoman las puertas abiertas del eneágono infinito. Se lo pasan bien.

Simpaticón sintetizador en “Invisible Face” con voz en expresión psico-rap. También muy West Coast Pop Art Experimental (qué gran grupo)… con curiosas variantes latinas, bossa nova, jazz… El cuento de Jack y las habichuelas con toques lisérgicos y lounge… El universo es una máquina que ha despertado de un sueño. Insomnio el que tengo.

Puedo sentir la Tierra moviéndose… “Wah Wah”… y wah wah wah… Termina cargando tanto estribillo machacón de wah wah wah wah, pero la estructura, con tramos de pop psicodélico con falsete, algo de metal, toques jazz, guitarras folk acústicas… no deja de ser curiosa.




Final con “Road Train”, ritmo de tren diabólico con un ferrocarril que viene para traer la tristeza en una evocación vibrante del rock de Motorhead. Llega el Apocalipsis.

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