• Por Antonio Méndez

king-gizzard-fishing-for-fishies-albumCrítica

Después de la vorágine de grabaciones del año 2017, los australianos King Gizzard and The Lizard Wizard se tomaron un año sabático de estudio en el 2018 para retornar en el 2019 con ganas de seguir ampliando su discografía.
Dos discos, como mínimo, este año.
El primero, titulado “Fishing For Fishies”, es un trabajo con sonidos más pop que las abrasivas entregas anteriores.

La canción que titula el álbum, “Fishing For Fishies”, abre el LP.
Es un folk bucólico, una lisergia sunshine pop con base rítmica rockabilly.
A Stu Mackenzie, con voz melosa, no le gusta que los peces sufran… es un friki-represor de la pesca… en una pieza de arreglos cuidados, sonando tanto una armónica como un gong o un mellotron.




“Boogieman Sam” tiene como protagonista a un malote que se come bebés, que causa follones, la personificación del caos…
El tema mezcla el boogie, el garage rock, el glam estilo T. Rex
Como siempre, aunque en apariencia estas canciones parecen sencillas, en los arreglos se muestra riqueza en texturas.

Tiene mucho ritmo “The Bird Song” en su intro, una mezcla entre funk, swing, lounge… con texto absurdo…
Para un pájaro, ¿qué es un avión?, para una vaca, ¿qué es un coche?
Preguntas trascendentales las de Stu.




king-gizzard-fishing-for-fishies-critica-review“Plastic Boogie” es bullanguera, jaranera, con coros de fiesta, en un boogie rock funk pegadizo con destacada línea de bajo de Joey Walker.
En la canción nos dan recomendaciones de hombres preocupadísimos por el planeta.
Demasiado embalaje, se gasta mucho en plástico.

… estoy adicto a las pantallas… Stu parodia al enganchado a la tecnología en “The Cruel Millenial”, un acid blues garajero con ritmo Motown y voz andrógina.
A destacar el trabajo en la batería de Michael Cavanagh y la inquieta guitarra de Joey Walker.

Buen tema “Real’s Not Real”, canción que comienza como un psicoheavy antes de girar totalmente su sonido al melódico soft rock 70s con uso prominente del piano.




“This Thing” tiene un ritmo intenso con variantes entre el garage rock y el art pop con arpa… la farsa de la vida, todo fuera está anegado, no escaparé de esta estafa…
La armónica blues la tocan en casi todas las piezas.

… soy la abeja bebiendo la sangre del árbol… no veo, no oigo…
Confusión, me ha picado la araña.
Está dentro de mí.
“Acarine” es una psicodelia envolvente, atmosférica, melódica, con un susurrante McKenzie en el mellotron.

Los King Gizzard recuperan el personaje cyborg de Han-Tyumi en el cierre de “Fishing For Fishies”, “Cyboogie”, el corte más largo del disco, un pegadizo baile disco funk-futurista con vocoder, entre Giorgio Moroder y Kraftwerk.
Todos al robot-dance.

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