Crítica
Los King Gizzard and The Lizard Wizard con un álbum conceptual en escenarios de hecatombe, apocalipsis, dragones, brujería… transmitidos con sonidos de heavy metal.
Se abre el álbum, llamado en su título “expandido” “PetroDragonic Apocalipse; Or Dawn Of Eternal Night: An Anhilitation Of Planet Earth And The Beginning Of Merciless Damnation”, con los más de 8 minutos de “Motor Spirit”, metal progresivo con voz gutural, atmósfera ominosa de oscuridad con velocidad en carretera, ritmos ametralladora, tribalismo espacial, variantes de tempo, virtuosismo y potencia.
Se deja escuchar. No apasiona.
“Super Cell”, con referencias al “Mago De Oz”, crea un escenario psicotrópico de muertes en tiempo de tornados, de cuerpos volando en arco iris… vamos, un lugar de lo más normal.
Continúa el tono agresivo y la ejecución de la pieza previa, con ritmo vertiginoso speed/thrash metal, destacando la batería frenética, y su estribillo himno.
“Converge” prorroga el ciclón apocalíptico y sónico con ambiente espacial y un enfoque pesimista de destrucción, de extinción tras la tormenta, con más caña thrash metal, cambios de tempo y voz gruñido que acentúa la atmósfera sombría del disco.
Una pena que la canción, al margen de la destreza técnica, no transmita lo que sus autores esperan de ello.
“Witchcraft” es uno de sus mejores cortes.
Historia de aquelarre con referencia a Wicca y a Beowulf en un tema de lograda atmósfera, riffs pegadizos, arreglos stoner metal con envoltorio psicoheavy.
La canción termina con la creación del monstruo de Gila para ligar “Witchcraft” con la siguiente canción: “Gila Monster”, monstruo devorador de brujas, asesino de hechiceras, con Stu MacKenzie alternando su voz con la de Ambrose Kenny-Smith. Esta canción tiene el estribillo más pegadizo del LP dentro de su compacto concepto de fantasía épica metalera.
“Dragon”, corte de casi diez minutos, se inicia con un fenomenal riff de guitarra antes de la rutina speed metal quebrada por pasajes progresivos.
Se crea una lucha contra Gila, ahora convertido en un temible dragón, se supone que después de tragarse a tanta bruja, en el escenario apocalíptico que se crea en el álbum.
Potencia, paranoia, velocidad, variantes… Buen tema.
Termina el disco con “Framethrower” (sin el bonus track “Dawn Of Eternal Night”).
Es otra épica metalera, dura casi 10 minutos, con el dragón, sin piedad, arrasando y asolando la Tierra mientras se libera un explosivo ametrallamiento sónico.
Stu desatado con voz gutural sobre una estructura prog-space-metal que se calma en el tempo al final, diluyéndose la destrucción de tornados y monstruos en un nuevo mundo tintado de psicodelia.