EYES WIDE SHUT (1999)
Director: Stanley Kubrick.
Intérpretes: Tom Cruise, Nicole Kidman, Sydney Pollack.
William (Tom Cruise) y Alice (Nicole Kidman) Harford es un matrimonio que lo tiene todo: dinero, belleza, buen posicionamiento social.
Una noche, tras una fiesta, Alice le revela a William una fantasía sexual con otro hombre, que provocará en su esposo una reacción incontrolada de celos.
Con la elección de un más que correcto Tom Cruise en el papel principal, Stanley Kubrick firma su última película como autor, un magnífico título que cierra de forma meritoria su admirable filmografía gracias al desarrollo de un absorbente y sugestivo viaje dantesco a la ofuscación interior del individuo desazonado en su aparente existencia ideal.
En este trayecto el director neoyoquino envuelve los miedos y la desazón amorosa de su ultrajado protagonista masculino en un ensoñador y erótico paseo nocturno por los recovecos más recónditos del deseo humano y la tentación sensorial.
Este segmento dramático, con una incisiva roturación psicológica y una arrebatadora captación noctívaga de la inclinación, pasión y liberación hedonista, se convierte con el paso de los minutos en un thriller de mediano interés, alejado de la fascinación derrochada en el pretérito tránsito cuasi onírico, maravillosamente plasmado por la siempre atractiva factura visual de Stanley Kubrick.
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Estrenada bajo una absurda pero gran polémica, y tras la inesperada muerte
de su director, ésta es la mejor despedida que podía dar un maestro como
Stanley Kubrick, un filme desalentador, sombrío y cruelmente realista (a
pesar de su carácter de ensoñación).
“Eyes Wide Shut” consta de una sencilla pero endemoniada trama donde cuenta
más lo que se ve que lo que se dice, y a la que Kubrick es capaz de sacar
dos horas y media de hondo desasosiego, trasladando la película
constantemente desde el género del drama al del suspense o incluso al de
terror.
El punto fuerte del film es sin lugar a dudas el excelso trabajo de
dirección. Cada escena es todo un logro de planificación y la cámara siempre
enfoca desde el mejor encuadre; destacando especialmente la secuencia de la
orgía, quizás la mejor filmada de toda la década de los 90. En ella, todos
los elementos ayudan a crear una atmósfera tan inquientante que por momentos
es casi insoportable (por genial), llegando a causar verdadero miedo. Otro
puntal es el montaje, con ritmo muy pausado pero equilibrado. Estos dos
elementos unidos a la sensacional fotografía crean un clima hipnótico que
hace que las larguísimas escenas de las que consta el film pasen realmente
rápido, sin que por ello se deje de notar el carácter reposado del ritmo.
Meramente climática es la música, que por repetitiva termina causando el
efecto deseado, incomodar al espectador, provocarle intranquilidad. La
inclusión en la BSO del precioso “Jazz Suite Waltz” de Shostakovich es todo
un acierto por parte de Kubrick, convortiéndose éste en el cierre a toda su
portentosa filmografía.
Pero el conjunto quedaría desigualado de no ser por un guión conciso en el
que nada sobra (ni falta, aunque haya cosas que deje sin explicar del todo),
y que deja más protagonismo a la imagen. De la conjunción de ambos surge la
profunda reflexión que el film establece sobre el dominio absoluto del
materialismo en la sociedad de las altas clases, donde sensaciones como el
amor han dejado de existir. Este guión es llevado a cabo magistralmente por
un trío de magníficos actores, y algunos secundarios más también muy
inspirados. Tom Cruise, en su mejor actuación, se lleva la palma, pero
Nicole Kidman y Sydney Pollack también brillan con luz propia.
“Eyes Wide Shut” es la última obra maestra de su director. No es su mejor
película, pero constituye un potentísimo ejercicio de verdadero cine, a la
vez que un demoledor viaje al interior de una sociedad exhuberante por fuera
y carcomida por dentro.
Wishi
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